Sobre nosotros

El cáncer cambia
la vida en un instante

Comprendemos el impacto global de este diagnóstico. No se trata sólo del niño que lucha por su vida, sino de toda la unidad familiar que se enfrenta a una inmensa confusión emocional, a tensiones económicas y a una vida en suspenso.

Por eso proporcionamos un apoyo firme en cada fase del proceso oncológico, asegurándonos de que los retos más difíciles no les parezcan insuperables. Nuestro compasivo equipo ofrece asesoramiento, ayuda económica, actividades sociales y mucho más. Estamos aquí para aligerar la carga, para ser el hombro en el que apoyarse y para aportar esperanza cuando parece que la oscuridad nunca se disipará.

Nuestro impacto

1317

Total de familiares atendidos

364

Familias atendidas

210

Hospital Universitario

64

Hospital Infantil Metodista

42

Hospital Infantil Christus

La historia del corazón de Ma Hila

por Gloria Benavidez-Rodríguez

Mi madre era una mujer de fe firme.
Mis primeros recuerdos son haber aprendido a rezar el rosario alrededor de la cama de mamá y papá; mis cinco hermanas, dos hermanos y yo arrodillados alrededor de su colchón como muñecos de nido. Nos recuerdo a todos reunidos en el salón las noches de verano viendo la Cruzada de Billy Graham en la televisión en blanco y negro.

Cada día, y de muchas maneras, mi madre nos enseñó a tener fe en Dios. Como pilar de la comunidad de nuestra pequeña ciudad, la gente acudía a ella en busca de orientación. Venían constantemente a nuestra casa para sentarse, hablar y rezar con ella. Era humilde, paciente y la Mujer de Dios más feroz que he conocido.

En la primavera de 2010, mi familia se reunió desde todo Texas para rodearla mientras recibía los resultados de las pruebas.
Los resultados que cambiarían para siempre nuestras vidas.

A mamá le diagnosticaron cáncer de páncreas y le dieron entre nueve y doce meses de vida. En ese momento el mundo dejó de girar y el cielo empezó a caer.

Me di cuenta de que la que me había dado la vida luchaba ahora por la suya, y nunca olvidaré el sabor a metal en mi boca.

Nos quedamos despiertos hasta altas horas de la noche, rezamos contra ella, juramos vencerla y prometimos a nuestra madre que cuidaríamos de ella en todo momento. Durante todo ese tiempo, mamá permaneció sentada en silencio, llena de una paz y una fuerza serenas, pidiendo únicamente que no le dieran analgésicos para poder ofrecer su dolor y su sufrimiento por las almas del purgatorio.

De la noche a la mañana todo cambió.
Después de buscar soluciones por todas partes, nos levantamos a la mañana siguiente dispuestos a luchar. Los días estaban ahora llenos de más frutas y verduras orgánicas de las que nuestra casa había visto nunca. Había vitaminas, zumos, rezos regulares del rosario, reflexología, terapia de gotas de lluvia, encantamientos de la Divina Misericordia, adoración, compartir historias, viejos chistes de la infancia y visitas a amigos que se habían convertido en familia.

Todo ello aportó a nuestra familia consuelo, amor, esperanza y alegría durante uno de los momentos más dolorosos de nuestras vidas.

A pesar de todo, el cáncer avanzó agresivamente. A los pocos meses quedó claro que el tiempo se escapaba mucho más rápido de lo que los médicos habían previsto.

En su última semana en la Tierra, tumbada en la cama del hospital, mamá pidió “yo quiero mi Corazón de Ma Hila”.

Sin comprender de quién se trataba ni lo que quería decir, hicimos entrar rápidamente a nuestra tía Margaret en la habitación. Cuando oyó lo que mamá le pedía, se echó a llorar inmediatamente, y luego nos explicó la historia del Corazón de Ma Hila.

“Cuando éramos niñas y una de nosotras se hacía daño, íbamos corriendo a casa de nuestra abuela Ma Hila. Ella siempre dejaba lo que estaba haciendo y venía a consolarnos. Cuando le contábamos lo ocurrido, cogía una cartulina roja y empezaba a recortar un corazón. Sentada en su regazo, colocaba el corazón sobre el lugar donde nos habíamos hecho daño y rezaba una oración por nosotros.

Fueron algunos de los momentos más reconfortantes de nuestras vidas”.

Enviamos a uno de los niños a por cartulina roja y pedimos a la tía Margaret que recortara el corazón para ella mientras todos rezábamos. Pocos días después, ella estrechó el corazón mientras su cuerpo entraba finalmente in extremis… y luego se desvaneció, entregando su alma al Cielo.

Es la mejor mujer que he conocido, y fundé esta organización para honrar su memoria.

Transformar la empatía en acción

En la Fundación Ma Hila contra el Cáncer de Corazón, cada corazón encuentra un hogar y, juntos, construimos un futuro
lleno de fuerza y amor.

Nuestra misión

Apoyamos a las familias que luchan contra el cáncer infantil, de adolescentes y de adultos jóvenes ofreciéndoles programas adaptados a cada etapa del viaje oncológico. Nuestros servicios de atención integral se centran en la longevidad del apoyo y se esfuerzan por aliviar tanto la carga como los efectos de largo alcance del cáncer.

Nuestra visión

Imaginamos un mundo en el que todas las familias valientes que se enfrentan al cáncer infantil reciban los cuidados, el estímulo y las herramientas necesarias para prosperar. Con una dedicación y un trabajo en equipo inquebrantables, nos esforzamos por ofrecer a las familias un apoyo revolucionario que transforme su experiencia y les capacite en su viaje.

Nuestros hospitales asociados

Nuestro impacto no sería el que es sin el duro trabajo y la dedicación de nuestros socios del hospital
que nos ponen en contacto con familias necesitadas a la vez que les proporcionan una atención de primera clase.

Miembro orgulloso de la Cámara de Comercio Hispana de San Antonio

Como reflejo de nuestro profundo compromiso con la comunidad predominantemente hispana a la que servimos, tenemos el honor de ser miembros de la primera cámara hispana de Estados Unidos, dedicada a defender el desarrollo económico y empresarial, fomentar las oportunidades educativas y promover el liderazgo dentro de la comunidad hispana.

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