“Luis es el niño más dulce del mundo”, dice Clarissa Encino, del Hospital Infantil de San Antonio, donde está recibiendo tratamiento para un linfoma de células T.
Luis, de siete años, y su familia emigraron aquí recientemente desde Honduras.
Cuando preguntaron a Luis y a su madre qué les gustaría recibir del programa Camino de Bendiciones del Corazón de Ma Hila, su mayor esperanza era ropa de abrigo para pasar el gélido invierno.
“¿Es mucho pedir que también les den zapatos?”, preguntó la hermana Patricia en su nombre.
“No”, dijimos, “lo que necesiten”.
También nos hicimos cargo de su factura del agua, de la electricidad y de un mes de alquiler.
La familia estaba eufórica.
La hermana Patricia dijo: “Estos son los milagros que hace Dios. Doy gracias a Dios por este tipo de milagros en los que una familia sólo veía oscuridad, y ahora grandes luces brillan en el cielo para ellos.”